sábado, 19 de septiembre de 2009

La vida no es frágil

Esta pasada semana mi esposo perdió a su hermano Miguel Ángel. Al recontar su historia nos pareció que había elegido vivir su vida sin crecer: fue niño hasta el final, aún cuando ya tenía un hijo, quien le dejó, para llevarse, uno de los carritos que tanto le gustaban. En su presencia, hicimos juicios de cómo vivía. En ocasiones llegaba tarde a la responsabilidad y pasaba mucho tiempo con sus amigos. En su partida lo vimos distinto; pensamos que no creció porque su vida sabía que se iría temprano, y que quizá fue lo mejor porque, a sus treinta y dos, vivió y disfrutó. Sin duda nos hace reflexionar de cómo vivimos la nuestra. Nos hace pensar en nuestras cargas de responsabilidad y en si deberíamos disfrutar más. Nos hace conscientes de que es posible vivir la vida sin experimentarla, y que si actuamos más como niños quizá podamos vivirla más plena. Algunos “vemos” la vida (la de los demás y la nuestra) sólo en esos momentos. Es entonces cuando escuché decir que la vida es frágil, y pensé lo mismo, hasta que descubrí esta otra mirada.
Ciertamente la vida puede cambiar abruptamente y terminar sin avisar, pero aprendo que hay una diferencia entre temporalidad y fragilidad. El instinto de vivir se manifiesta con el primer grito de un niño al nacer, y cada prueba de enfermedad, dolor o pérdida lo hace más fuerte. Aún cuando algunos no quieren, sobreviven. Quizá no podemos elegir vivir eternamente, pero sí podemos elegir experimentar la vida plenamente.
La manera en que enfrentamos las pérdidas define nuestra capacidad de estar presente en la vida más que cualquier otra cosa. La forma en que nos protegemos de las pérdidas puede ser la forma en que nos distanciamos de la vida. En nuestras naturales ataduras, nuestro miedo al cambio y nuestro deseo de certidumbre y permanencia, subvaloramos la temporalidad, la cual es parte de nuestra más fundamental identidad. Sin temporalidad, no hay evolución. La naturaleza de la vida es el cambio y toda esperanza se basa en algún proceso. La vida misma es un proceso y es todo menos frágil. En esos cortos momentos en que vemos la nuestra, el reto consiste en encontrar su fuerza y experimentarla intensamente.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 5 Septiembre 2009

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