sábado, 28 de febrero de 2009

El oído es egoísta

Una de las distinciones más simples y más valiosas que aprendí como coach es la diferencia entre lo que alguien dice y lo que nosotros escuchamos. Resulta que no escuchamos lo que el otro dice, sino lo que interpretamos de sus palabras. Las conversaciones externas son las que oímos, mientras que las conversaciones internas dicen más acerca de lo que estamos escuchando, es decir, lo que nos estamos diciendo a nosotros mismos. Nuestras conversaciones internas ocurren así: Luego de un evento, 1) inventamos una historia, 2) pensamos que nuestra historia es la verdad, 3) olvidamos que la inventamos, 4) tomamos o no tomamos una acción. Un ejemplo: Mi esposo me dijo que me vendría a buscar a las ocho para ir a cenar. Llama y dice que llegará una hora más tarde. Explicación 1: Algo anda mal en el trabajo. Explicación 2: No le gusta salir conmigo. Explicación 3: Siempre es impuntual. Según la explicación que yo elija, lo recibiré dispuesta a ayudarlo, triste, o harta, y disfrutaré, o no, la cena.
Con mucha frecuencia escuchamos la conversación equivocada: estamos tan ocupados escuchando nuestra conversación interna que realmente no escuchamos a los demás. ¿Por qué escuchamos lo que escuchamos? Usualmente por las experiencias pasadas, pero también por las creencias que tenemos de nosotros mismos. Escuchamos que el otro dice lo que pensamos de nosotros mismos. La otra razón es la emoción en la que nos encontramos. Por ejemplo, desde la culpa escucho: “te equivocaste”. En este caso vale decir, ¡todo se trata de ti!
Es la explicación del evento lo que es importante, porque ella (no el evento) es la que sirve para orientar nuestras acciones futuras. Resultados diferentes pueden ocurrir a partir de interpretaciones diferentes. Cuando creemos que nuestra interpretación del evento es lo que realmente sucedió, dejamos de escuchar y nos cerramos a ver nuevas oportunidades que nuevas explicaciones pueden revelar.
Como humano, no podrás abandonar tus particulares explicaciones. Así que antes de interpretar, responder o actuar, recuerda que tu oído es egoísta y que tus creencias son poderosas y excesivamente ruidosas. Bájale el volumen a los amplificadores de tus propias historias para que puedas observarlas antes de escucharlas. Sólo así escucharás exactamente lo que oyes.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 28 Febrero 2009

sábado, 21 de febrero de 2009

El Arco Iris de la Vida

Hace unos días en el trayecto de la casa al colegio, nos acompañó un espectacular arcoíris. Luego del oportuno “¡Qué ápero!”, mi hijo me aseguró (no me preguntó) que debía haber una explicación científica de cómo se crea un arcoíris. El arcoíris se crea cuando la luz solar incide sobre las gotas de lluvia. Los colores son los de la luz blanca, dispersa. El observador del arcoíris debe estar localizado entre el sol y una lluvia de gotas esféricas, es decir, una lluvia uniforme. Sin embargo, dos personas que se encuentren al lado verán la luz dispersa por gotas distintas, es decir que cada uno verá su propio arcoíris. O sea, la explicación científica del arcoíris es que el arcoíris no existe. Es una imagen de luz dispersa, apreciada según la posición del observador.
Admito que me hubiera sentido cómoda con esta explicación. Es muy fácil para algunos de nosotros ver en blanco y negro: bien o mal, sencillo o complejo, justo o injusto. Lo difícil es ver los tonos en el medio, esos a los que los racionales elegimos llamar grises, como todo lo indefinido, porque aún nos cuesta comprender que lo indefinido está lleno de colores, como el arcoíris. Que entre lo correcto y lo incorrecto, lo planificado y lo espontáneo, la tristeza y la alegría encontramos…la vida.
Y que en el misterio que no puede explicar la ciencia nos encontramos a nosotros mismos, pero sobre todo a los demás: incompletos, imperfectos y repletos de tonalidades que nos parecen inexplicables, y por tanto, interesantes.
En la práctica Zen un dilema que la mente racional no puede resolver es un koan. La clave para resolverlo es un desplazamiento en la forma de ser del estudiante que permite un nuevo entendimiento de la pregunta. En coaching le llamamos a esto un cambio en el observador.
La respuesta que elijo para mi hijo es que la ciencia sólo es conocimiento organizado; pero que la mayoría de las cosas que le dan a la vida profundidad, significado y valor son impermeables a la ciencia. Mucho de la vida nunca puede ser explicado, sino sólo presenciado. La capacidad de verlo en colores, como el arcoíris, es nuestra. Sólo basta movernos una gota.




Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 21 Febrero 2009

sábado, 14 de febrero de 2009

El Maestro del Amor

En su libro Seamos Personas de Influencia, John C. Maxwell plantea que un buen líder, o cualquiera que desee tener influencia en los demás, debe ser alguien que nutre a los demás. Los alimentos para la dieta de la influencia son respeto, sentido de seguridad, reconocimiento, ánimo, y amor. Este último, reconozco, no es muy frecuente en el menú organizacional.
Respetar implica contabilizar lo mejor de la otra persona y reconocer su capacidad y potencial de contribuir. Cuando la persona es distinta a uno, el mayor respeto se demuestra cuando permitimos que esas diferencias se conviertan en un aprendizaje para nosotros. El sentido de seguridad no tiene que ver con garantizar el puesto de trabajo, sino simplemente con ser coherente; es decir, hacer lo que uno dice que va a hacer. El reconocimiento es la herramienta de motivación más costo-efectiva de que dispone un líder. Todos sabemos lo bien que se siente escuchar: ¡Qué bien lo hiciste! Definitivamente todos tenemos la tarea de practicar eso más. ¡Es tan fácil! Existen experimentos psicológicos que demuestran el poder del ánimo en la capacidad de una persona resistir el dolor. Al ánimo le han llamado el “oxigeno del alma”. Lo mejor es que es gratis. ¡Anímate!
Con relación al amor, Maxwell nos cuenta esta historia escrita por un buen maestro: “Me alivió mucho cuando comencé a entender que el joven necesita más que un tema. Conozco las matemáticas, y las enseño bien. Antes pensaba que eso era todo lo que tenía que hacer. Ahora enseño a niños, no enseño matemática. Acepto el hecho de que solo puedo alcanzar éxito parcial con algunos de ellos. Cuando no tengo que conocer todas las respuestas, parezco tener más soluciones que al tratar de ser el experto. El joven que realmente me llevó a entender esto fue Eddie. Un día le pregunté por qué creía que le iba mucho mejor que el año pasado. Le dio significado a toda mi nueva orientación. “Porque me siento bien conmigo mismo cuando estoy con usted”, dijo.
Esta es la definición más realista que he encontrado del amor. Hoy es un buen día para regalarte esta pregunta: ¿Te gusta quien eres cuándo estás con esa persona?


Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 14 Febrero 2009

domingo, 8 de febrero de 2009

El Viaje del Maestro

Todos nos planteamos alguna meta que requiere aprendizaje: hablar inglés, hacer una maestría en administración, aprender a tocar el piano o rebajar. En todas ellas, y no sólo en la académica, podemos lograr la maestría. Todas son un proceso y requieren un viaje. George Leonard, en su libro Mastery, le llama el viaje del maestro. Propone que el mismo no está reservado para las personas con talentos excepcionales, sino que está disponible para cualquiera que esté dispuesto a ponerse en el camino y permanecer en él. El viaje del maestro comienza siempre que tú decidas aprender una nueva habilidad. Realizar el viaje del maestro se trata de empezar con algo difícil y hacerlo fácil y placentero a través de la instrucción y la práctica. Esto es lo que debes saber.
1) Pregunta cómo llegar: con humildad, permite a otro que te enseñe y recuerda que los estudiantes más lentos reciben mayor atención que los talentosos.
2) No uses el “autopilot”: No te rindas ante el aburrimiento o caigas ante la tentación de acabar rápido. Practica en cada curva y descansa en cada recta. Recuerda una cita que dice que “Toma 20 años alcanzar el éxito de la noche a la mañana”.
3) Mira hacia adelante: Mantén claro tu objetivo. Visualízate como el maestro en que te estás convirtiendo, ya sea en toga o en bikini, pega esa foto en tu mente.
4) Disfruta el camino: Michael Phelps no practica sólo para ser el mejor. ¡Le encanta nadar!
5) No te acomodes: Cuando lo seas, no te llames experto, sino aprendiz. Esto te permitirá alcanzar el siguiente nivel de conocimiento. En artes marciales, el maestro es el que se queda en la alfombra cinco minutos más que todos los demás.

En algún momento, te preguntarás si devolverte y buscar una vía más fácil, o si continuar el viaje. Igual te sucede en tu vida, con todo lo que tiene que ver con cambiar y crecer. Lo bueno es saber que no sólo tienes la capacidad de aprender, sino también la capacidad de decidir si realizas y permaneces en el viaje. Si embarcas descubrirás que, como en la vida, el camino es tanto o más placentero que el destino.

Columna Ser Lider. El Caribe. 7 Febrero 2009