Cuando era pequeña mi mamá se refería a mí, con gran ironía y cariño, como la simpática Maril. Como mujer de avanzadas creencias, fue siempre muy respetuosa y comprensiva de nuestras particulares formas de ser. Como mamá que quiere incondicionalmente a su hija, aceptó siempre que yo no era muy simpática. Su aceptación fue mi reforzamiento. Tanto que ni me enteré bien de que, de acuerdo a los estándares sociales, era “malo” ser así. Pero con mi reforzamiento materno a cuestas, le marché a mis metas sin pensar que tenía una debilidad. Luego descubrí que no ser simpática y tener el pelo largo era suicidio social. Algo así como la diferencia entre ser comparona y ser popular. Me fui enterando con sutilezas, cuando me hicieron saber en el trabajo que debía dar los buenos días. ¿Ah sí?
Por un tiempo me sufrí los avisos no tan sutiles y ponderé mucho el dilema de cambiar para complacer a los demás, ya que en mi configuración básica yo simplemente era como era y las personas debían aceptarlo. El problema es que no todo el mundo te quiere como tu mamá, y en una fiesta reciente surgió otra vez el comentario de mi falta de sociabilidad. Si me desahogo, me pregunto: ¿por qué puedo yo aceptar al sociable y él no me puede aceptar a mí? Claro, es más fácil.
Si me explico, entonces debo compartir lo que he aprendido. Según la forma en que la gente prefiere interactuar con el mundo y la forma en que reciben estímulo y energía, hay dos tipos de personas: introvertidos, como yo, y extrovertidos, como los que no me comprenden. El psicólogo Jung nos define así. Los introvertidos recibimos energía del mundo interior y las ideas, disfrutamos estar solos y somos reflexivos. Los extrovertidos reciben su energía de los lugares y las cosas y disfrutan estar con personas. Éstas, son tendencias dominantes, pero no limitantes, y no nos definen totalmente. Es decir, tenemos la capacidad de actuar de manera distinta. Crecer es justamente aprender a manejarse en las zonas fuera de preferencia. Yo confieso que he crecido tanto que doy hasta las buenas noches, pero admito que el reforzamiento fue fuerte. A los extrovertidos ahí afuera: los comprendo y los admiro.
Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 10 octubre 2009
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