domingo, 11 de septiembre de 2011

...todavía

Una distinción importante que comprendí como coach es la de los juicios y las afirmaciones. Un juicio es una creencia propia o sobre los demás y es diferente de una afirmación en que esta última puede ser comprobada. Un juicio es: soy tímida; una afirmación es mido 5 pies. Frecuentemente basamos nuestras opiniones más en juicios que en datos, especialmente las opiniones sobre nosotros mismos.

Por esto nunca podemos decir como las cosas realmente son; sólo podemos decir como nosotros las interpretamos. Cuando se trata de nosotros, lo que decimos ser es la interpretación que tenemos de nosotros mismos. En ocasiones ésta no es más que la repetición de un juicio que han hecho nuestros padres o alguien de mucha influencia. Estos juicios prestados se convierten en creencias propias de cómo y quiénes somos que no son necesariamente reales, y además, resultan ser limitantes. Por ejemplo, si pienso que soy tímida, pensaré que no podré hacer amigos fácilmente, por lo que no lo intentaré. Por otro lado, si, por su apariencia, juzgo a una persona como presumida, tampoco intentaré establecer una relación con ella. En ambos casos, se pierde la oportunidad de hacer una amistad.

Lo que pensamos de las personas no las define, nos define a nosotros mismos; es decir, es nuestro sistema de creencias, valores y auto-conceptos quien elige la manera en que apreciamos a los demás. Por ejemplo, si creo que la mujer debe trabajar, entonces me refiero a las que no lo hacen como “mujer florero” y hago un juicio de que es probablemente vacía, sin saber que tiene dos maestrías. Mi juicio no la describe, me describe a mí.

Cuando se trata de nosotros mismos, el juicio también puede ser incorrecto porque es prestado de alguien que nos importa, y puede ser incompleto porque no estamos, como personas, terminados. Visto así, las personas son mucho más de lo que parecen, y nosotros somos mucho más de lo que creemos. Por mi parte intento aprender a agregar la palabra todavía a mis juicios negativos. Así diría: no soy extrovertida…todavía. La pregunta es: ¿qué no eres…todavía?

Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do

Columna Ser Líder. El Caribe. 17 octubre 2009

sábado, 10 de octubre de 2009

La simpática Maril

Cuando era pequeña mi mamá se refería a mí, con gran ironía y cariño, como la simpática Maril. Como mujer de avanzadas creencias, fue siempre muy respetuosa y comprensiva de nuestras particulares formas de ser. Como mamá que quiere incondicionalmente a su hija, aceptó siempre que yo no era muy simpática. Su aceptación fue mi reforzamiento. Tanto que ni me enteré bien de que, de acuerdo a los estándares sociales, era “malo” ser así. Pero con mi reforzamiento materno a cuestas, le marché a mis metas sin pensar que tenía una debilidad. Luego descubrí que no ser simpática y tener el pelo largo era suicidio social. Algo así como la diferencia entre ser comparona y ser popular. Me fui enterando con sutilezas, cuando me hicieron saber en el trabajo que debía dar los buenos días. ¿Ah sí?
Por un tiempo me sufrí los avisos no tan sutiles y ponderé mucho el dilema de cambiar para complacer a los demás, ya que en mi configuración básica yo simplemente era como era y las personas debían aceptarlo. El problema es que no todo el mundo te quiere como tu mamá, y en una fiesta reciente surgió otra vez el comentario de mi falta de sociabilidad. Si me desahogo, me pregunto: ¿por qué puedo yo aceptar al sociable y él no me puede aceptar a mí? Claro, es más fácil.
Si me explico, entonces debo compartir lo que he aprendido. Según la forma en que la gente prefiere interactuar con el mundo y la forma en que reciben estímulo y energía, hay dos tipos de personas: introvertidos, como yo, y extrovertidos, como los que no me comprenden. El psicólogo Jung nos define así. Los introvertidos recibimos energía del mundo interior y las ideas, disfrutamos estar solos y somos reflexivos. Los extrovertidos reciben su energía de los lugares y las cosas y disfrutan estar con personas. Éstas, son tendencias dominantes, pero no limitantes, y no nos definen totalmente. Es decir, tenemos la capacidad de actuar de manera distinta. Crecer es justamente aprender a manejarse en las zonas fuera de preferencia. Yo confieso que he crecido tanto que doy hasta las buenas noches, pero admito que el reforzamiento fue fuerte. A los extrovertidos ahí afuera: los comprendo y los admiro.

Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 10 octubre 2009

sábado, 3 de octubre de 2009

Yo fluyo

Con frecuencia digo que fluyo. Al menos ahora. Antes, admito, iba menos ligera y mi capacidad para ver los obstáculos era mayor. Irónico, porque ahora peso más y veo menos (porque los años no pesan pero sí pasan). Digamos que ahora tengo una vida con más miradas, y lo cierto es que, aunque todavía a veces me atortojo, mayormente sí fluyo. Lo hago cuando disfruto lo que tengo en el momento, descubro menos peros en lo que no esperaba y más ganancias en lo posible que aún no conozco. Descubro que, porque fluyo, soy diferente y, en la diversidad, descubro nuevas formas de ser feliz, constantemente. Confucio, el filósofo chino, lo puso más lindo al decir: “Aquel que estaría en constante felicidad debe encontrar el cambio frecuentemente”.
Heráclito, por su parte planteó que “todo fluye, como en el constante flujo del río”, que no es tan simple como suena. Correctamente interpretada significa que aguas diferentes fluyen y el río permanece el mismo. Pero es que precisamente porque el agua fluye el río es río (y no lago). El mensaje es que los ríos permanecen igual porque las aguas cambian. El punto aquí no es que todo está cambiando, sino que el hecho de que algunas cosas cambian permite la continuidad de la existencia de otras. O sea, la permanencia de la vida implica que fluyamos en ella.
Desde una mirada más reciente, el psicológo M. Csikszentmihalyi plantea que las personas más felices llevan vidas vigorosas, están abiertas a una variedad de experiencias, se mantienen aprendiendo hasta que mueren y tienen fuertes lazos y compromisos con otras personas y con el ambiente donde viven. Disfrutan cualquier cosa que hacen, aún cuando es difícil, casi nunca se aburren y pueden manejar los imprevistos con facilidad. Su mayor fortaleza es que se sienten en control de su vida. Plantea que para alcanzar este estado es necesario fluir. ¿Cómo? Fluimos cuando enfocamos nuestra atención en la tarea o momento actuales y descubrimos en ellos nuestras intenciones, metas y valores. Se trata de encontrar el disfrute en lo más trivial o transformar lo cotidiano y convertirlo en disfrute. Fluir es involucrarse totalmente con los niños, el trabajo, los amigos, los cónyuges…la vida. ¿Tú fluyes?

Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.doColumna Ser Líder. El Caribe. 03 Octubre 2009

sábado, 19 de septiembre de 2009

Entretenimiento Portátil

En su “status” del blackberry, mi sobrino de 12 años ha escrito: “Aburrido”. Este espacio es una de las nuevas vías utilizadas para expresar sentimientos. Esto de hecho me parece un gran avance, ya que creo que identificar y compartir sentimientos es una forma de crecimiento personal. La paradoja aquí es que el aburrimiento no es un sentimiento que permite crecimiento. Esto parecía entenderlo un chofer que teníamos que le decía a mi hija que la palabra aburrido viene de burro. Aunque es fácil apreciar la normalidad en el aburrimiento de un niño, descubro que los adolescentes que no pueden estar consigo mismos sin entretenimiento externo carecen más tarde de la capacidad de llevar a cabo tareas adultas que requieren seria preparación mental.
Cuando nada demanda nuestra atención, el estado básico de la mente—que es desordenada por naturaleza—se revela. Sin nada que hacer, ella comienza a divagar, visitando pensamientos hasta que es atraída por un problema real o imaginario, rencores recientes o frustraciones viejas. Para salirnos de ahí porque no nos gusta, las personas buscamos distraernos con cualquier cosa, usualmente la televisión. En la pantalla, estamos protegidos del mundo interior que quisiéramos evitar. La tarea es aprender hábitos que nos permitan controlar mejor nuestros procesos mentales para que no anden sueltos por donde no deben. Para esto hay que hacer algunas cosas de las que les decimos a los niños que no hagan. La primera es soñar despierto, ya que ella crea orden emocional al compensar con imaginación las realidades desagradables. Además, les permite a los niños (y los adultos) ensayar situaciones imaginarias y sus posibles estrategias, opciones y consecuencias y estar mejor preparados cuando sucedan. La segunda es aprender “de botella”, pues esto implica poner un contenido automático en la mente que la hace más rica que una que no lo tiene. Es un error pensar que el aprendizaje de botella es malo para la creatividad. Una persona que recuerda historias, canciones, estadísticas de pelota, datos históricos y sabias citas es alguien que no depende del orden que ofrece el ambiente y puede entretenerse a sí misma y encontrar significado en el contenido de su mente. La pregunta es: ¿qué tan entretenida es tu mente?



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 19 Septiembre 2009

Locuras Heroicas

Hace unos días en Estados Unidos una adolescente de 14 años abordó un autobús escolar armada con una pistola y amenazó con disparar. Kaleb Eulls, un jugador de fútbol de 18 años, estaba dormido cuando una de sus hermanas menores lo despertó para decirle lo que ocurría. La joven apuntaba con su pistola de lado a lado hacia los niños en el autobús cuando Kaleb llamó su atención para que apuntara a él. Mientras le hablaba y trataba de calmarla, logró abrir la puerta de emergencia y sacar a algunos de los niños. Ella gritaba cada vez más alto y cuando por un momento se distrajo al mirar por la ventana, Kaleb le saltó encima, la tiró al suelo y le quitó la pistola. Al cuestionarle, Kaleb admitió haber tenido miedo por los niños y por sus hermanas en el autobús y reconoció que, luego de ver el video de lo ocurrido, describe lo que hizo como una locura. Otros le llamamos un acto heroico. ¿Qué hace que algunos, como Kaleb, tomen acción para salvar a otros, y otros, a veces, no tomemos acción ni para ayudarnos a nosotros mismos?
Según Julio Olalla, maestro coach, dos cosas: el miedo y la falta de auto-confianza, la cual es “un auto-juicio de incompetencia y un sentimiento de estar controlado por el miedo al fracaso”. Olalla explica que justamente la capacidad de actuar aún en presencia del miedo es coraje: el miedo es esencial para nuestra supervivencia, por lo que no se trata de eliminar nuestros miedos sino de actuar a pesar de sentirlos. Sin embargo, nos invita a ir más allá del coraje y descubrir la audacia, la cual significa “actuar en presencia del miedo, pero también algo más: implica iniciativa. Podemos tener coraje pero carecer de iniciativa, pero no podemos ser audaces sin iniciativa. Así, la esencia de la audacia es la capacidad de encontrarse con el riesgo”.
El miedo que muchas veces nos paraliza no sólo es normal, sino necesario. La tarea es atrevernos, descubrir nuestro valor, y actuar para que algo que queremos suceda. Quizás es necesario practicar un par de “locuras” antes de ser los héroes de nuestros propios sueños. La pregunta es: ¿Qué intentarías tú si fueras audaz?



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 12 Septiembre 2009

La vida no es frágil

Esta pasada semana mi esposo perdió a su hermano Miguel Ángel. Al recontar su historia nos pareció que había elegido vivir su vida sin crecer: fue niño hasta el final, aún cuando ya tenía un hijo, quien le dejó, para llevarse, uno de los carritos que tanto le gustaban. En su presencia, hicimos juicios de cómo vivía. En ocasiones llegaba tarde a la responsabilidad y pasaba mucho tiempo con sus amigos. En su partida lo vimos distinto; pensamos que no creció porque su vida sabía que se iría temprano, y que quizá fue lo mejor porque, a sus treinta y dos, vivió y disfrutó. Sin duda nos hace reflexionar de cómo vivimos la nuestra. Nos hace pensar en nuestras cargas de responsabilidad y en si deberíamos disfrutar más. Nos hace conscientes de que es posible vivir la vida sin experimentarla, y que si actuamos más como niños quizá podamos vivirla más plena. Algunos “vemos” la vida (la de los demás y la nuestra) sólo en esos momentos. Es entonces cuando escuché decir que la vida es frágil, y pensé lo mismo, hasta que descubrí esta otra mirada.
Ciertamente la vida puede cambiar abruptamente y terminar sin avisar, pero aprendo que hay una diferencia entre temporalidad y fragilidad. El instinto de vivir se manifiesta con el primer grito de un niño al nacer, y cada prueba de enfermedad, dolor o pérdida lo hace más fuerte. Aún cuando algunos no quieren, sobreviven. Quizá no podemos elegir vivir eternamente, pero sí podemos elegir experimentar la vida plenamente.
La manera en que enfrentamos las pérdidas define nuestra capacidad de estar presente en la vida más que cualquier otra cosa. La forma en que nos protegemos de las pérdidas puede ser la forma en que nos distanciamos de la vida. En nuestras naturales ataduras, nuestro miedo al cambio y nuestro deseo de certidumbre y permanencia, subvaloramos la temporalidad, la cual es parte de nuestra más fundamental identidad. Sin temporalidad, no hay evolución. La naturaleza de la vida es el cambio y toda esperanza se basa en algún proceso. La vida misma es un proceso y es todo menos frágil. En esos cortos momentos en que vemos la nuestra, el reto consiste en encontrar su fuerza y experimentarla intensamente.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 5 Septiembre 2009

sábado, 29 de agosto de 2009

Más Allá del Espejo

Vi Miss Universo. Admito que entretiene criticar los vestidos y reír con las entrevistas. La nuestra arrancó primero pero su bella sonrisa no la dejó contestar. Así que celebramos las “respuestas” de las cuatro siguientes: si todas están igual de “nerviosas” no hay desventaja. Se nos olvida que es un concurso de belleza, no de inteligencia. ¿Pero es que no escuchamos el cuento de Blanca Nieves todas esas veces? “Espejito, espejito, ¿quién es la más bella? Venezuela, ¡por supuesto!”. Nos creímos el cuento del pelo, las piernas, las caderas y todo lo de afuera…¿porque sigue siendo cierto? Los espejos de hoy son impresos y nos muestran a Angelina (Jolie, ¿qué más?), todos los niños cool o bellos y el príncipe Brad, por supuesto. ¿Y aún no comprenden por qué queremos ser bellas y reinar el universo?
Pues simple. Porque aprendimos a querernos a través del espejo y estuvimos tan ocupadas con Blanca Nieves que no tuvimos tiempo de leer a autoras como Rachel Remen. Ella escribe que la vida en nosotros es reducida más por los juicios que por las enfermedades; que es tan difícil encontrar alguien que nos ame tal como somos como encontrar a alguien que se ame a sí mismo entero. La aprobación que tanto buscamos es también un juicio, que aunque—por ser positivo—duele menos que la crítica, nos daña en formas más sutiles. Como todo juicio, la aprobación motiva un esfuerzo constante. Nos hace inseguros de quiénes somos y de nuestro valor real. Esto es cierto tanto de la aprobación que nos damos a nosotros mismos como de la que recibimos de los demás. La aprobación no es confiable porque nos la pueden quitar en un instante (como la corona de reina de belleza). Sin embargo, nos arreglamos y editamos para ser aprobados por aquellos a quienes amamos, porque no sabemos que aquello que ha sido arreglado es menos fuerte que lo que permanece entero, y porque no hemos comprendido que somos mucho más de lo que vemos en el espejo. Ser más raras veces implica agregarnos cosas, como títulos o coronas. Se trata más bien de liberarnos de las creencias acerca de quienes debemos ser para descubrir quienes genuinamente somos. Y querernos enteros.


Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 29 Agosto 2009