Algunos tenemos la tarea pendiente de aprender sobre la liviandad. A ella me la presentaron hace unos años, pero confieso que no me la encuentro con la frecuencia que quisiera. Esto sucede cuando hacemos que todo sea supremamente significativo. Es sostener cada pequeña parte de nuestro pasado y nuestra historia con una gran cantidad de drama, pesadumbre y significado. Es la creencia de que a nadie le ha sucedido lo que me ha pasado a mí, y la vivencia de esa historia con gran histrionismo. La forma en que sostenemos nuestras experiencias, mediante el cuento trágico que siempre nos contamos, tiene mucho que ver con nuestra incapacidad de crear el espacio emocional que le dé cabida a algo nuevo. Los seres humanos tenemos la capacidad de intervenir en nuestros estados de ánimo; en este caso, para mudarnos desde la seriedad a la liviandad. Con este conocimiento me he planteado entonces: Y ella, ¿dónde vive? Descubro que está en mis conversaciones, en las palabras que elijo para interpretar lo que me ha sucedido y en los juicios que tengo de mí misma como protagonista de mis historias. Cuando mi historia es triste o trágica, soy una protagonista pesada por tener unas libras de drama de más. (Dicen que “quien canta sus penas espanta”). Cuando recuento los eventos cual Cuquín, soy una figura simpática y ligera. Descubro también que la liviandad está en el cuerpo, de manera innata, a través del sentido del humor, el cual provoca placer, cohesión y salud mental y física. Aprendo que el origen de la palabra diversión es el latín divertere, que significa desvío. Visto así, parecería que es necesario salirnos de nuestro rol en el drama de la vida y ensayar una que otra comedia en la esquina divertida. ¿A-ja? Eso pensé. Porque….¿graciosa? ¡Qué va! Pero dijo Lucille Ball que ella no era graciosa, sino valiente. Así que, es sólo cuestión de atreverse. Sabias palabras de un gran coach: “La vida es demasiado hermosa para perderla en un drama”. De otras prestadas concluyo: cuidado con vivirnos la vida en un gran escenario dramático; luego puede ser que no tengamos “a quien reclamarle el dinero de la entrada si no nos gusta el espectáculo”.
Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 18 Julio 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario