sábado, 29 de agosto de 2009

Más Allá del Espejo

Vi Miss Universo. Admito que entretiene criticar los vestidos y reír con las entrevistas. La nuestra arrancó primero pero su bella sonrisa no la dejó contestar. Así que celebramos las “respuestas” de las cuatro siguientes: si todas están igual de “nerviosas” no hay desventaja. Se nos olvida que es un concurso de belleza, no de inteligencia. ¿Pero es que no escuchamos el cuento de Blanca Nieves todas esas veces? “Espejito, espejito, ¿quién es la más bella? Venezuela, ¡por supuesto!”. Nos creímos el cuento del pelo, las piernas, las caderas y todo lo de afuera…¿porque sigue siendo cierto? Los espejos de hoy son impresos y nos muestran a Angelina (Jolie, ¿qué más?), todos los niños cool o bellos y el príncipe Brad, por supuesto. ¿Y aún no comprenden por qué queremos ser bellas y reinar el universo?
Pues simple. Porque aprendimos a querernos a través del espejo y estuvimos tan ocupadas con Blanca Nieves que no tuvimos tiempo de leer a autoras como Rachel Remen. Ella escribe que la vida en nosotros es reducida más por los juicios que por las enfermedades; que es tan difícil encontrar alguien que nos ame tal como somos como encontrar a alguien que se ame a sí mismo entero. La aprobación que tanto buscamos es también un juicio, que aunque—por ser positivo—duele menos que la crítica, nos daña en formas más sutiles. Como todo juicio, la aprobación motiva un esfuerzo constante. Nos hace inseguros de quiénes somos y de nuestro valor real. Esto es cierto tanto de la aprobación que nos damos a nosotros mismos como de la que recibimos de los demás. La aprobación no es confiable porque nos la pueden quitar en un instante (como la corona de reina de belleza). Sin embargo, nos arreglamos y editamos para ser aprobados por aquellos a quienes amamos, porque no sabemos que aquello que ha sido arreglado es menos fuerte que lo que permanece entero, y porque no hemos comprendido que somos mucho más de lo que vemos en el espejo. Ser más raras veces implica agregarnos cosas, como títulos o coronas. Se trata más bien de liberarnos de las creencias acerca de quienes debemos ser para descubrir quienes genuinamente somos. Y querernos enteros.


Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 29 Agosto 2009

sábado, 22 de agosto de 2009

El Plan No Plan

Soy de esas personas que necesitan retos, planes para alcanzarlos y estructuras para ejecutarlos. Estructuro hasta los mismos planes: personales/profesionales; categorizo los pendientes: casa/calle; y asigno días específicos para tareas rutinarias. Esta necesidad de organización tiene muchas ventajas que pude comprobar durante mis años de formación académica y de labor corporativa. Nos permite ser muy eficientes, completar a tiempo las tareas y cumplir las metas. Sin embargo, la parte de mí que recientemente aprendió a vivir fuera de la academia y de la empresa puede dar testimonio de su desventaja. Con una vida tan planificada, y cada hora estructurada, no nos queda tiempo para disfrutar algunos inesperados momentos. Los imprevistos nos descuadran y quedamos enojados y disfuncionales ante lo no planificado, que usualmente resulta ser lo más memorable y lo que más disfrutamos. Pensamos que las fiestas de cumpleaños no avisadas no nos permiten comprar a tiempo el regalo y refunfuñamos.
Estas acciones corresponden a la manera en que las personas orientan su vida y hay dos tendencias opuestas. Los de la estructura, como yo, y los de la espontaneidad, como mi esposo (porque Dios sabe lo que hace). Los primeros creamos sistemas para mantener en orden nuestro alrededor, (como tener una lista del supermercado por pasillo). A los otros les gusta explorar lo desconocido y prefieren no planificar y mantener sus opciones abiertas.
Por convivencia he aprendido que la vida necesita algunas horas fuera de la agenda y que vale la pena permitirse una que otra sorpresa. Ahora sé que es posible hacer el BBQ aunque se haya ido el sol, comer sancocho con calor e ir, ahora, al Salto del Limón. Que si es lluvia, sólo moja (y ya estamos en la playa comoquiera), que si se pincha la goma se rellena, y si el avión nos deja dormimos otra noche fuera…y sumamos memorias a la agenda de la vida, que no trae diseño de Franklin Covey, no tiene portada, ni viene encuadernada.
Aún tengo metas, y también estructuro los pendientes, pero si me cambian los planes no descuadro sino más bien fluyo. Visto de otra manera, tengo un nuevo plan: de vez en vez y de cuando en cuando el plan es no tener plan. Y disfrutar.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 22 Agosto 2009

sábado, 15 de agosto de 2009

Trucos de la Imaginación

Recientemente estuve en Chicago. Había ido hace más de 20 años y no recordaba absolutamente nada de la ciudad excepto la famosa pintura post-impresionista de Seurat. Me extrañó sólo recordar lo más difuso que vi, pero lo atribuí a mi mala memoria, que hoy descubro que en efecto es mala, igual que la tuya.
Esto es lo que aprendí de D. Gilbert sobre los trucos de la imaginación y la felicidad. Las memorias de nuestras experiencias no son confiables, por lo que nuestro recuerdo de las cosas pasadas es imperfecto. Nuestro cerebro es un “hardware” con espacio limitado y como no podemos guardar todo lo vivido, comprimimos los archivos en una frase resumen, como: “fui infeliz en mi matrimonio”. Cuando le pedimos recordar, el cerebro re-escribe la historia con lo que guardó: las experiencias más malas y las más buenas y las escenas finales, pero no las experiencias más usuales, que, por corrientes, dejó fuera.
Cuando enfrentamos la toma de una decisión importante, nuestro cerebro imagina los diferentes escenarios futuros y trata de concluir cuál de éstos nos hará más felices. Pero enfrenta el mismo problema que cuando recuerda: no tiene todos los detalles. Así que completa los espacios en blanco con los recuerdos más malos, los más buenos y las escenas finales, pero no los más usuales, que son los más probables. A esto le agrega los sentimientos del presente. Así que recordamos cosas que no sucedieron e imaginamos futuros que no sucederán. Cuando de nuestras emociones se trata, es más difícil aún recuperar el registro de cómo nos sentimos con una experiencia pasada. Esto nos lleva erróneamente a pensar que lo que nos hizo felices en el pasado nos hará felices en el futuro.
Si la memoria no es una colección de fotografías, sino una colección de pinturas impresionistas, cada uno es el artista de su propia imaginación, con amplia libertad para representar su futuro. El problema es que desde la cercanía del presente no podemos interpretar correctamente la imagen. Sólo en la distancia del tiempo sabremos si nos gusta el cuadro total. En otras palabras, lo que piensas que te hará feliz mañana sólo es una interpretación actual, difusa e incompleta de la realidad.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 8 Agosto 2009

Como dice Glenys

Mi hermana Angie siempre se ha burlado de mi incansable lectura de libros de texto. Confieso que hace poco comprendí que me faltaba mucho por aprender de otras fuentes que no fueran los libros. Así que entre texto y texto (lo confieso) ahora también aprendo de la gente. De los libros he aprendido mucho sobre psicología positiva; de mi amiga Glenys, una persona real muy especial, aprendo cada día a hablar en positivo y actuar en consecuencia. Algo así como psicología positiva aplatanada.
Cada mañana su saludo es “Alevántense”. Es un llamado a iniciar con energía y a movernos rápidamente a la primera acción del día. Si un día se siente enferma y decide compartirlo ofrece breves detalles de los síntomas y cierra el tema con “estamos dando los pasos”. Para mejorarse, quiere decir. Si ha de enfrentar un reto en el trabajo que implica una prueba a sus capacidades o el juicio de algún superior, antes de las ocho escucho: “me declaro vencedora”. Y si durante su enfrentamiento la cosa arrecia, me envía un mensaje de texto, me actualiza y luego ella misma finaliza: “!Valor!”
Cuando se trata de otros es comprensiva pero también exigente. Si no comprende la primera vez (o se hace) te dirá: “Please elaborate”, o “Pero…¿cómo así? Cuando sí comprende, pero el cuento triste de una víctima y su continuo pesimismo la agobian, entonces recurre a los dichos de su abuela, como: “el que no puede estar vivo que se mate”, es decir, ya tienes tu vida; asumirla requiere menos esfuerzo que lamentarla.
Obviamente es juiciosa, porque es una persona real. Así que de vez en cuando opina sobre alguna falta de acción o pobre aporte a la solución de uno que otro hijo de Dios. Sólo que cierra con: “Bendícelo, Señor”. Si se trata de una buena acción, escucharemos: “Amén”.
Tengo la dicha de escucharla con frecuencia y he podido incorporar su filosofía a mi vida. A través de su amistad he aprendido a levantarme con energía, a dar los pasos para mejorar, y –con valor—declararme vencedora antes de iniciar la tarea de cada día. A Glenys le agradezco sus lecciones de vida positiva, y a Dios genuinamente le pido: “Bendícela Señor”.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 15 Agosto 2009

sábado, 1 de agosto de 2009

Un Elevado Enojo

Tuve la desdicha de experimentar un tapón en la Luperón provocado por sus legendarios charcos y nuevos desvíos establecidos para que podamos convertirnos en un país más elevado. No me niego a las obras de progreso, pero esto es lo que observo: conductores desesperados, carros quedados en el charco, ambulancias que no pueden transitar, siete filas intentando convertirse en dos y un hombre cayéndole a machetazos al carro de otro. Y todos conducimos alegremente hacia el progreso a través de unos malditos semáforos frizados en amarillo que pestañan con el plan de confundirnos. Ah, ¡verdad!, es que no podemos producir la luz, pero sí podemos pagar la nómina de las siete instituciones que des-regulan los semáforos porque no se ponen de acuerdo. Mi trayecto de 45 minutos me tomó dos horas y me regaló una visita el sentimiento del enojo. Como de elevación no creo que saque ninguna lección de esta bella demostración, decido aprender del enojo.
Nos enojamos en varios grados de intensidad, pero siempre la causa es una frustración. Ok, ¡estoy frustrada con el tránsito en este país!
La función esencial del enojo es darme más energía para enfrentar el obstáculo que produce mi frustración. Ok, a falta de machete…!tengo energía!
Hay dos tipos de enojo: el que destruye y el que resuelve. Ya veo…el machete no resuelve, ese es el enojo malo. El bueno es el que construye. Ya…con la energía. La dirijo hacia el obstáculo que me frustra. A-ja. Este enojo bueno hasta tiene dos pilares: expresar lo que siento ante lo que sucedió y demandar la respuesta que me “desenojará”. Pues aquí voy: estoy jarta de los tapones, los apagones, los charcos y las instituciones inservibles; ¡demando una respuesta que me desenoje! Perdón, pero es que aprendí que si se me acumula entonces el enojo es explosivo.
Entonces, si el enojo es una forma de energía—un contenedor a través del cual la energía de una persona fluye en un momento dado—cuando lo suelto me queda la energía misma, que es la fuerza de la vida. (En chino enojo significa “incrementar la fuerza de la vida”). A ver si entiendo el plan nacional: ¿lo que no nos eleva nos hace más fuertes?




Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 25 Julio 2009

Ilusión de Control

El autor Daniel Gilbert plantea que nuestros cerebros son los únicos capaces de imaginar el futuro. Pensamos en el futuro aproximadamente tres horas del día. Primero porque pensamos que anticipar los eventos puede minimizar su impacto; segundo, porque el miedo, la preocupación y la ansiedad tienen un rol en nuestras vidas: nuestro cerebro imagina futuros oscuros para cogerle miedo y que nuestro cuerpo no los persiga.
Lo cierto es que deseamos hacer predicciones para poder controlar. Controlarlo todo nos permite ser altos directivos de nuestro presente y grandes ejecutivos de nuestro futuro. Pero, ¿por qué no dejar que el futuro se revele y experimentarlo como tal?, ¿por qué no estar aquí ahora y allá después? Primero porque nos gusta ejercitar el control: administrar agendas, mandar personas y hacer que las cosas sucedan. Las investigaciones revelan que las personas venimos y salimos del mundo con la misma pasión para controlar, y cuando perdemos esta posibilidad somos infelices. Ganar control tiene un impacto positivo en nuestra salud mental y perderlo después de tenerlo puede ser peor que nunca haberlo tenido. Nuestro deseo de control es tan poderoso y el sentimiento de estar en control tan gratificante que algunas personas actúan como que pueden controlar lo incontrolable…como si ganar la lotería fuera más probable si nosotros escogemos los números. Sin embargo, ilusión o realidad, deseamos controlar el destino de nuestro barco porque algunos futuros son mejores que otros y aún desde la distancia del presente creemos que podemos distinguirlos. Pero lo cierto es que muchas de nuestras horas en el timón son en vano—no porque el bote no responde y no porque seamos incapaces de encontrar nuestro destino—sino porque resulta que el futuro es fundamentalmente diferente de como aparece en el futuroscopio.
El futuro no tiene control remoto y esta ilusión que nos hace felices es en realidad un sentimiento de temor. Visto así, quizá la libertad sea una posición más sólida que el control. Es ciertamente más fuerte y más sabia que el miedo. La paradoja es que mientras menos apegados estamos a la vida, más vivos sentimos estar. Mientras menos control del futuro deseamos tener, más profundamente podemos experimentar y participar en la vida, ahora.



Maril Núñez es Coach Personal & Profesional. maril.nunez@invenio.com.do
Columna Ser Líder. El Caribe. 1 Agosto 2009